BIOLOGÍA EVOLUTIVA HUMANA FACULTAD DE PSICOLOGÍA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA
FUNAM FUNDACIÓN PARA LA DEFENSA DEL AMBIENTE
ENVIRONMENT DEFENSE FOUNDATION Status Consultivo ante Naciones Unidas (ECOSOC, Nueva York)

INCONSISTENCIAS TÉCNICAS DE LAS MODIFICACIONES PROPUESTAS AL DECRETO REGLAMENTARIO n° 499/1991DE LA LEY DE AGROQUÍMICOS 10.699 (PROVINCIA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA)

SE DEBE APLICAR EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN Y ESTABLECER FRANJAS LIBRES DE PLAGUICIDAS ALREDEDOR DE LUGARES POBLADOS

Por
Prof. Dr. Raúl A. Montenegro, Biólogo
Profesor Titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Luis Profesor de Postgrado en Maestrías y Especializaciones de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Universidad del Comahue, Universidad Nacional de Rosario, Universidad Nacional de Catamarca, Universidad Nacional de Córdoba, Universidad Nacional de Mar del Plata, otras. Guest Speaker, Universidad de Harvard, Universidad de Berkeley y Universidad de Georgetown (USA), Universidad de Estocolmo (Suecia), Universidad de Jena y Universidad de Ilmenau (Alemania), Universidad de Salzburgo (Austria), Universidad de Queen’s (Canadá) Profesor Invitado, University of Helsinki,
Finlandia. Fellow, Universiti Sains Malaysia, Right Livelihood College. Presidente de FUNAM (Fundación para la defensa del ambiente) Ex Director de la Maestría en Gestión Ambiental (UN del Nordeste). Ex Director de la Maestría en Gestión Ambiental (UN San Luis). Ex presidente de la Asociación Argentina de Ecología. Ex vicepresidente de Greenpeace Argentina. Premio Nóbel Alternativo 2004 (RLA-Estocolmo, Suecia) Premio Global 500 de Naciones Unidas (UNEP-Bruselas, Bélgica) Premio Nuclear Free-Future (Salzburgo, Austria) Premio a la Investigación Científica (Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA) Miembro del Consejo Asesor de la Delegación Córdoba del INADI Miembro Directivo del Consejo del Instituto Superior del Ambiente (ISEA) de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).
© Copyrightby R. A. Montenegro

CÓRDOBA, ARGENTINA Mayo de 2011

INDICE
A. INTRODUCCIÓN p. 3
B. ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS MODIFICACIONES PROPUESTAS Y DEL DOCUMENTO QUE LAS FUNDAMENTA p. 8
1) El tema deriva y las “distancias sugeridas” se trató con escasa bibliografía y fundamento  p. 8
2) El Documento 2 no aborda los distintos destinos reales de los plaguicidas pulverizados p. 8
3) Se trató incorrectamente el tema inversión térmica  p. 9
4) No se analizaron los procesos de volatilización p. 10
5) No se analizó la dispersión post aplicación de partículas del suelo contaminadas con plaguicidas p. 10
6) Solo se tomó en cuenta la Dosis Letal 50 (DL50) cuando también deben ser consideradas las bajas dosis y sus efectos. Tampoco se analizó la elevada morbi­mortalidad que registran áreas expuestas a la pulverización con plaguicidas p. 12
7) No se analizó la existencia previa de plaguicidas en los campos pulverizados p. 16
8) No se consideraron los tiempos de persistencia real de los plaguicidas en suelo y otras superficies pulverizadas (caso glifosato por ejemplo y su derivado AMPA) p. 18
9) No se consideraron los cambios químicos que sufren los plaguicidas dentro de los envases, durante las mezclas, durante la aplicación y al ser dispersados en el ambiente p. 18
10) No se consideró que actúan cócteles variables de plaguicidas y derivados de plaguicidas p. 19
11) No se consideró en ningún momento a las personas, ni la acumulación que tienen sus organismos de plaguicidas antiguos y recientes  p. 19
12) Las franjas previstas para protección de ambientes acuáticos y pozos de agua son inconsistentes p. 21
C. CONCLUSIONES p. 22
REFERENCIAS p. 22

INCONSISTENCIAS TÉCNICAS DE LAS MODIFICACIONES PROPUESTAS AL DECRETO REGLAMENTARIO n° 499/1991DE LA LEY DE AGROQUÍMICOS 10.699 (PROVINCIA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA)
SE DEBE APLICAR EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN Y ESTABLECER FRANJAS LIBRES DE PLAGUICIDAS ALREDEDOR DE LUGARES POBLADOS
Por
Prof. Dr. Raúl A. Montenegro, Biólogo
A. INTRODUCCIÓN.
En la provincia de Buenos Aires ha estado funcionando la “Mesa de Trabajo sobre el Proyecto de Modificación del Decreto Reglamentario 499/1991 de la Ley de Agroquímicos 10.699” [Mesa de Trabajo, 2011] que pretende establecer franjas de aplicación de plaguicidas (Clases Toxicológicas III y IV) alrededor de centros urbanos, lo cual sometería vastos sectores poblacionales a dosis de plaguicidas dañinos para la salud.
En el Documento 1De las aplicaciones de agroquímicos” [Mesa de Trabajo, 2011] se propone:
De la protección del recurso hídrico:
1) Se deberá limitar una Franja de Protección a todo Cuerpo o Curso de Agua (superficial, natural, artificial, permanente o transitorio), Perforaciones individuales y Campos de Bombeo de la siguiente forma:
a) Para los Cursos y Cuerpos de Agua se deberá dejar una franja libre de aplicación terrestre de agroquímicos de veinticinco metros (25 m) a cada lado o alrededor de las márgenes.
b) Para Perforaciones individuales, sea de consumo humano o  bebida de animales, se deberá dejar un radio treinta metros (30 m) sin aplicación terrestre de agroquímicos. En los casos que éstas se encuentren en suelos con 50 % o más de arena, la distancia  deberá ser de 60 metros (60 m).
c) Para Campos de Bombeo o Batería de Pozos para abastecimiento público se deberá dejar un radio de cincuenta metros (50 m), como mínimo, del límite del lote donde se encuentran los mismos, sin aplicación terrestre de agroquímicos. En los casos que éstas se encuentren en suelos con 50 % o más de arena, la distancia  deberá ser de cien metros (100 m).
d) Las aplicaciones aéreas deberán realizarse a una distancia no menor de cincuenta (50 m) a cada lado de las márgenes de los Cursos, Cuerpos de agua y perforaciones individuales, sea de consumo humano o  bebida de animales;  y cien metros (100 m) del límite del lote de los Campos de Bombeo.
2) El abastecimiento de agua para las operaciones de llenado del tanque pulverizador, así como el lavado de los equipos de aplicación nunca se deberán realizar directamente desde los cursos, cuerpos o pozos de agua. La acumulación de envases de agroquímicos o plaguicidas domisanitarios, estén éstos llenos o vacíos, como así también las operaciones mencionadas nunca se deberán realizar en las inmediaciones de estos.
3) El Profesional interviniente al momento de la prescripción de la Receta de Aplicación, a fin de proteger el Recurso Hídrico superficial y subterráneo, deberá tener en cuenta: la dirección del viento, tecnología de aplicación, nivel freático, propiedades edáficas, condiciones meteorológicas previstas post-aplicación y características del agroquímico en cuanto a la movilidad en el perfil del suelo
4) El Ministerio de Asuntos Agrarios podrá autorizar la aplicación de agroquímicos dirigida y con equipos manuales a especies que por situaciones excepcionales en que sean declaradas causas adversas, en el marco de campañas oficiales, se deba ejercer el control.
De la aplicación agrícola terrestre con maquinaria de arrastre y/o autopropulsada.
1) A los efectos de proteger determinados sitios que por su naturaleza y ubicación requieren un tratamiento especial se definen las siguientes “Zonas de Amortiguamiento”:
a) Área Complementaria o,
b) Los primeros trescientos metros (300 m) del Área Rural, contados a partir del límite entre elÁrea Urbana y Área Rural.
c)  En un radio de trescientos metros (300 m) linderos a:
[i] El perímetro de los EstablecimientosEducativos asentados en el Área Rural
[ii] Zonas Residenciales Extraurbanas y Barrios Cerrados.
2) En las Zonas de Amortiguamiento se deberán cumplir con las siguientes obligaciones de  aplicación:
a)  Sólo podrán usarse productos químicos de clase toxicológica III y IV, según clasificación de SENASA.
b) Utilizar sistemas tecnológicos de aplicación que reduzcan al máximo la posibilidad de deriva.
c) Las mezclas de productos químicos dentro de esta área deberán estar aprobadas por SENASA.
d) Hacer uso de la Receta específica para ésta área (Receta Agronómica de Aplicación en Zonas de Amortiguamiento), prescripta por el Ingeniero Agrónomo inscripto en el MAA, quién verificará las condiciones ambientales (temperatura, humedad, velocidad y orientación de viento) y supervisará la correcta tecnología de aplicación.
e) El Productor y el profesional interviniente deberán archivar la Receta Agronómica de Aplicación en Zonas de Amortiguamiento durante 1 año luego de la aplicación.
3- Cuando el Municipio identifique, dentro de la Zona de Amortiguamiento, lotes que por su ubicación generen conflictos de diversa índole en la Aplicación Terrestre de productos fitosanitarios, podrá requerir al Productor que notifique la intención de aplicación
a) El productor será el responsable de notificar por escrito en un plazo mínimo de 48 horas corridas de anticipación, la intención de realizar una aplicación de agroquímicos, pudiendo delegar (bajo su responsabilidad) el trámite de notificación.
b) El Municipio designará el o la/s dependencias del mismo en donde se deberá notificar la intención de aplicación (…).
(…) 4) Se deberá notificar obligatoriamente a la Autoridad del  Establecimiento Educativo la intención de Aplicación Terrestre cuando éstas se realicen en un radio de trescientos metros (300 m) linderos al perímetro de los Establecimientos Educativos emplazados enlas Áreas Complementarias y Rural. Además las aplicaciones se deberán realizar fuera del horario de clases.
De la aplicación agrícola aérea.
1) Las Empresas de Aplicación Aérea no podrán realizar tareas de aplicación en:
a) El Área complementaria y los primerostrescientos metros (300 m) del Área Rural,contados a partir del límite entre el ÁreaComplementaria y Área Rural.
b) En un radio de mil metros (1.000 m) del Área Rural, contados a partir del límite entre elÁrea Urbana y Área Rural.
c) En un radio de mil metros (1.000 m), periféricos a Zonas Residenciales Extraurbanas y Barrios Cerrados emplazadosen el Área Rural.
d) En un radio de quinientos metros (500 m) periféricos a Establecimientos Educativosasentados en el Área Rural. Además las aplicaciones se deberán realizar fuera del horario de clases.
e) En aquellos casos excepcionales donde elÁrea Complementaria sea menor a setecientos metros (700 m) se tomará una distancia de exclusión de mil metros (1.000 m), contados apartir del límite del Área Urbana
2) Se exceptúa de esta prohibición a las aplicaciones aéreas destinadas al control de plagas urbanas autorizadas específicamente por el Organismo Municipal competente, así como los casos particulares que establezcan los Organismos Oficiales.
3) Cuando las empresas deban realizar trabajos de control de plagas que revistan carácter de interés público masivo, deberán adecuarse a un protocolo de trabajo diseñado específicamente por el Ministerio de Asuntos Agrarios.
4) Las aeronaves de aplicación no podránsobrevolar las Áreas Urbanas aún después de haber agotada su carga.
5) La Autoridad de Aplicación podrá establecer excepciones en las prohibiciones establecidas en este capítulo, a través de mecanismos y/o métodos que garanticen la preservación de los objetivos fijados en el artículo 1º de la Ley
10.699.
De los apiarios.
(…) 4) Cuando existan colmenares ubicados en el lote a tratar con agroquímicos en forma aérea o terrestre, el Aplicador deberá comunicar la realización de la aplicación al Centro de Aviso, según acuerdo zonal ó en su defecto comunicar al Apicultor Registrado con una antelación mínima de 36 horas en forma fehaciente, para que pueda tomar las medidas de protección pertinentes“.
Las propuestas de modificación elaboradas por la Mesa de Trabajo [Mesa de Trabajo, 2011] son contrarias al Principio de Precaución establecido por el Artículo 4° de la Ley Nacional de Ambiente n° 25.675/2002 y están basadas en criterios técnicos incorrectos.
Nuestro informe analiza tres documentos: 1) “Resumen de la Reunión Plenaria de la Mesa de Trabajo sobre el Proyecto de Modificación del Decreto Reglamentario 499/1991 de la Ley de Agroquímicos 10.699” (Buenos Aires, 6 p., de aquí en más Documento 1); 2) “Exposición de motivos. Capítulo: De las aplicaciones de Agroquímicos en referencia a las Zonas de Exclusión para Pulverizaciones Aéreas y de Amortiguamiento para Pulverizaciones Terrestres” (Buenos Aires, 13 p., de aquí en más Documento 2) y 3) Proyecto “De las aplicaciones de agroquímicos” (Buenos Aires, 7 p., de aquí en más Documento 3) [Mesa de Trabajo, 2011].
Dichos documentos y el proyecto de norma (“De las aplicaciones de agroquímicos“) no parecen haber sido elaborados con buena ciencia, la revisión técnica es incompleta además de poco actualizada y en las instancias de análisis no parecen haber participado biólogos, bioquímicos, físicos, médicos, epidemiólogos, sociólogos, psicólogos y otros profesionales de vital importancia para un análisis solvente. Tampoco advertimos la participación de los cuerpos técnicos de ONGs con reconocida trayectoria en la provincia de Buenos Aires y Argentina.
Solamente la interdisciplina y la interacción entre distintos actores sociales permiten el análisis de temas fundamentales como: a) La relación entre modelo productivo, ecosistemas y salud; b) Los cócteles de agroquímicos; c) Los efectos de bajas dosis de plaguicidas (por ejemplo disrupción endocrina, depleción del sistema inmune y alteraciones celulares, cromosómicas y genéticas) y d) Los estudios epidemiológicos realizados sobre poblaciones expuestas (morbilidad, mortalidad).
Consideramos que las modificaciones sugeridas por la Mesa de Trabajo para el Decreto Reglamentario 499/1991 de la Ley de Agroquímicos 10.699 de la provincia de Buenos Aires: a) Favorecen a las empresas e individuos que aplican plaguicidas; b) Facilitan el creciente uso de plaguicidas y el aumento de las superficies habilitadas para su aplicación; d) Acercan la aplicación de plaguicidas a las viviendas, escuelas y ecosistemas acuáticos; e) Someten cientos de miles de personas a las bajas dosis de plaguicidas que descargan las pulverizaciones terrestres y aéreas, lo cual afecta sus sistemas hormonal e inmune, y daña sus células, tejidos y órganos, aumentando así la morbilidad y la mortalidad, sobre todo en embriones, fetos, bebés y niños; e) Favorecen la expansión del modelo agrícola actual, que carece de sustentabilidad y depende de un creciente número de especies transgénicas y agroquímicos, y f) Alientan indirectamente la retracción de la superficie ocupada por ecosistemas naturales y cuencas hídricas y reducen la diversidad productiva de la provincia, pues al favorecer el uso de plaguicidas asociados a cultivos transgénicos desincentivan los no transgénicos, la lechería y la ganadería.
Tales propuestas crean asimismo inviables mecanismos de control dadas las vastas superficies y jurisdicciones involucradas, la comunidad de interés entre quienes requieren el uso de plaguicidas y quienes los recetan, y la inexistencia de monitoreos para detectar los efectos sanitarios y ambientales.
Estamos convencidos, por otra parte, que el control y regulación de los plaguicidas requieren la participación de otros profesionales además de Ingenieros Agrónomos pues se están afectando la salud, la conducta de las personas y la biodiversidad.
En resumen, las modificaciones sugeridas por la Mesa de Trabajo aumentan la población expuesta a bajas dosis de plaguicidas –dado que las recomendaciones solo tienen en cuenta la Dosis Letal 50- y generan condiciones para el potencial aumento de la morbilidad y la mortalidad por plaguicidas.
Las modificaciones colocan además al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y sus autoridades en una situación delicada ante las inevitables actuaciones judiciales que provocará el aumento de casos de enfermedades y muertes por exposición a bajas dosis de plaguicidas, habida cuenta que los afectados podrían accionar civil y penalmente contra el Estado y los particulares responsables.
Actualmente existen nuevos métodos para la detección de plaguicidas en tejidos biológicos y procedimientos accesibles para la identificación de alteraciones celulares, cromosómicas y genéticas. Esto ha cambiado drásticamente la situación en que se encontraban las personas expuestas a bajas dosis. Ahora los afectados pueden conocer con mayor precisión la presencia de plaguicidas en sangre y los daños que sufrieron sus tejidos y órganos.
En la práctica este informe y su bibliografía podrán ser utilizados –de aprobarse las modificaciones que sugiere la Mesa de Trabajo- como elementos técnicos de respaldo en las eventuales acciones judiciales que decidieran iniciar las personas afectadas. Recordemos que las modificaciones sugeridas permiten aplicar plaguicidas de clase toxicológica III y IV muy cerca de las viviendas y a distancias insignificantes de masas de agua y pozos (el glifosato es uno de los productos perteneciente a la clase toxicológica IV).
Consideramos que las propuestas de la Mesa de Trabajo tienen que ser asumidas solamente como contribuciones parciales y que el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires debe crear formalmente un nuevo Grupo de Trabajo. Dicho Grupo podría incluir a todas las profesiones pertinentes y a un espectro equilibrado de actores sociales (no solamente sectores de interés) y ser provisto de una mecánica de funcionamiento similar a las técnicas de consulta empleadas por la EPA en Estados Unidos. Esto es, habilitar -además del Grupo de Trabajo- una instancia de participación vía página Web, ello durante un tiempo razonable, para que especialistas y ciudadanos de Argentina y otros países puedan realizar sus aportes. Dichos insumos serían de gran valor para el nuevo Grupo de Trabajo.
Si bien algunos temas exceden la jurisdicción del gobierno provincial, desde nuestra Cátedra y FUNAM sostenemos, basados en buena ciencia e información disponible: a) Que los modelos de producción tienen que ser cambiados hacia modelos de mayor sustentabilidad; b) Que debe existir un balance de superficie entre ambientes naturales [P/R ≈1] y ambientes de producción [P/R>1]; c) Que cese la destrucción de ambientes nativos por desmonte y quema; d) Que se prohíba la aplicación terrestre de plaguicidas, cualquiera sea el tipo de principio activo y sustancia, a menos de 1.000-3.000 metros de distancia de lugares poblados, áreas naturales protegidas, ecosistemas acuáticos e infraestructura crítica (por ejemplo escuelas); e) Que la pulverización aérea solo se permita, respecto de los lugares anteriores, a distancias de >3.000 metros; f) Que se reemplacen los actuales mecanismos de análisis y autorización de plaguicidas que administra el SENASA, se habilite un procedimiento abierto y participativo –siguiendo el modelo de la EPA de Estados Unidos u otros organismos- y se proceda a la revisión periódica y abierta de productos autorizados [recategorización, reconsideración], erradicando así los actuales procedimientos, estancos y solo favorables a las corporaciones y g) Que se cambien los mecanismos de análisis y autorización de organismos genéticamente modificados administrados actualmente por la CONABIA y la Secretaría de Agricultura de la Nación, se habilite un procedimiento abierto y participativo de evaluación, y quede establecida la revisión periódica y pública de los OGMs ya aprobados.

B. ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS MODIFICACIONES PROPUESTAS Y DEL DOCUMENTO QUE LAS FUNDAMENTA.
El Documento 2 (“Exposición de motivos. Capítulo: De las aplicaciones de Agroquímicos en referencia a las Zonas de Exclusión para Pulverizaciones Aéreas y de Amortiguamiento para Pulverizaciones Terrestres“) privilegia -en forma incompleta por otra parte- la deriva de partículas que produce la pulverización aérea y terrestre.
1) El tema deriva y las “distancias sugeridas” se trató con escasa bibliografía y fundamento.
El Documento 2 incluye una tabla y consideraciones elaboradas por Alberto Etiennot, de la Cámara de Aeroaplicadores de la provincia de Buenos Aires [Etiennot & Piazza, 2010] que carece de fuentes y referencias. Solo considera –y en forma muy general e incompleta- DL50, tamaño de la gota, ajuste del equipo aspersor y volumen de aplicación, omitiendo todos los factores que se mencionan más abajo. Este mismo vacío se detecta en el resto del Documento 2.
2) El Documento 2 no aborda los distintos destinos reales de los plaguicidas pulverizados.
El Documento 2 no aborda los distintos destinos reales de los plaguicidas pulverizados, ni define las componentes básicas de cualquier sistema de generación de impactos químicos (fuentes, agentes, rutas, puntos y áreas de exposición).
El total de sustancia plaguicida (principios activos + derivados químicos + sustancias acompañantes) sigue “n” rutas que llegan a los siguientes “depósitos” secundarios: a) Aire I (se refiere a gotas del plaguicida pulverizado con 100 µm o >100 µm, “deriva”); b) Aire II (se refiere a las pequeñas partículas de plaguicidas con <100 µm, no detectables por los colectores de deriva, “pérdidas”); c) Personas expuestas (exposición laboral, exposición no laboral); d) Suelo del campo pulverizado; e) Suelo de ambientes ubicados fuera del área pulverizada; f) Superficie de las hojas del cultivo pulverizado; g) Interior de la plantas cultivadas del campo pulverizado; h) Superficie de las hojas de vegetación en ambientes ubicados fuera del área pulverizada; i) Biota expuesta (biota unicelular y pluricelular); j) Masas naturales de aguas superficiales expuestas (ambientes lóticos o de aguas rápidas, ambientes leníticos o de aguas lentas); k) Masas de agua y sedimentos en tanques expuestos y mal cerrados (tanques australianos, tanques domiciliarios de agua); l) Elementos y objetos de ambientes ubicados fuera del área pulverizada (viviendas, otras formas de uso agrícola-ganadero, rutas, ecosistemas nativos, etc.).
Además de estos depósitos secundarios se generan depósitos terciarios, entre ellos: m) Aire III (se refiere al contenido en productos de la volatilización de las gotas antes de llegar al blanco); n) Aire IV (se refiere al contenido en productos de la volatilización de plaguicidas acumulado en suelo); ñ) Aire V (se refiere al contenido en productos de la volatilización desde las hojas del cultivo en el campo pulverizado); o) Aire VI (se refiere al contenido de productos de la volatilización desde los depósitos secundarios no mencionados antes); p) Agua subterránea; q) Agua que se mueve por escorrentía superficial y “lava” las áreas aplicadas); r) Otros depósitos terciarios.
Cabe señalar que en sentido amplio los plaguicidas pueden pertenecer a tres grandes grupos: volátiles, de volatilidad intermedia (en este universo se encuentra la mayor cantidad de los productos utilizados) [FOCUS, 2008] y no volátiles, siendo importante considerar las “n” componentes originales y las “n” componentes derivadas de las formulaciones originales (que incluyen fracciones volátiles y no volátiles, ver abajo). Los organofosforados y los carbamatos son buenos ejemplos de plaguicidas volátiles [Woodrow, Seibert & Baker, 1983; Woodrow, Seibert & Dary, 2001] mientras que las triazinas, DDT, aldrin, dieldrin y piretroides son ejemplos de no volátiles [Unsworth et al., 1999].
3) Se trató incorrectamente el tema inversión térmica.
Al tratar este tema [que se supone basado en Brooks, 1947; EPA, 1976 y Leiva, 2010] se omite aclarar que se trata de inversión térmica de superficie (pues en la troposfera hay sucesivos fenómenos de inversión térmica), que en Argentina ocurren principalmente en otoño-invierno, y que su incidencia en la concentración de contaminantes depende de la altura de la capa de mezcla e inversión (ver abajo).
Las inversiones térmicas de superficie son debidas a la existencia, en altura, de una capa de aire caliente que impide el ascenso de aire contaminado. Estas inversiones pueden producirse a través de dos mecanismos.
a) Por calentamiento de la atmósfera como resultado de “anticiclones estancados”, masas de aire frío que por su peso adquieren mayor temperatura en la porción inferior. En este caso se establecen “niveles” atmosféricos claramente diferenciados: a.1) Una capa de mezcla que va desde el nivel del suelo hasta el punto de menor temperatura (en esta capa la temperatura del aire disminuye con la altura); a.2) Una capa de inversión, marcado por el aumento de la temperatura con la altura, y a.3) Un nivel superior donde se restablece la disminución de la temperatura con la altura [Montenegro, 1999; Turk et al., 1976].
b) Por pérdida de calor del suelo y de las capas más bajas de la atmósfera (irradiación infrarroja de onda larga durante el atardecer, la noche y las primeras horas de la mañana). Este último mecanismo es el más usual en la zona central de Argentina. Como consecuencia de esta pérdida de calor se establece una zona donde se superponen capa de mezcla y capa de inversión (marcado por un progresivo aumento de la temperatura con la altura), que llega hasta la altura en que se restablece la disminución de la temperatura con la altura [Montenegro, 1999; Turk et al., 1976].
Las inversiones térmicas de superficie del tipo “b” se producen en el centro del país sobre todo en otoño e invierno durante días claros y sin nubes. Empiezan al atardecer del día 1, continúan durante la noche, siguen en la madrugada y por la mañana del día 2 (siguiente) hasta que la irradiación Solar “rompe” la inversión (usualmente al mediodía). Se restablece entonces una disminución de la temperatura del aire con la altura.
La gravedad de los efectos depende de la altura de la capa de mezcla + capa de inversión. Cuanto menor sea la altura de la capa de mezcla + capa de inversión, mayor la concentración de contaminantes y mayor también la posibilidad de impactos negativos sobre la salud. Desde un punto de vista práctico, la única forma de determinar gradiente térmico en altura, altura de la capa de inversión y posible horario de ruptura (por calentamiento) es mediante el envío de sondas (telemetría). Si bien las inversiones térmicas de superficie agravan la concentración de contaminantes (y los efectos deriva, entre otros aspectos) sus dificultades de medición le restan valor práctico.
4) No se analizaron los procesos de volatilización.
El Documento 2 no aborda –como fuente de contaminación del aire- los procesos de volatilización de los plaguicidas pulverizados.
Según Nash & Gish (1989): “La temperatura tiene una gran influencia en la tasa de volatilización, sobre todo por su efecto en la presión de vapor. De acuerdo a Juri et al. [1987] y Spencer & Cliath [1970] la presión de vapor de los compuestos orgánicos con peso molecular intermedio aumentan de 3 a 4 veces por cada 10 grados centígrados de aumento de la temperatura. En consecuencia, un incremento de 10 °C en la temperatura del suelo incrementa la volatilización de plaguicidas halogenados aplicados en suelo húmedo en un factor de 1,8“.
A los procesos de volatilización en suelo se debe agregar la importante volatilización desde la superficie de las plantas de cultivo pulverizadas [por ejemplo Maurer, 1995; Müller, 1997]. También se registra volatilización desde las aguas superficiales contaminadas con plaguicidas, un fenómeno frecuente cuando se produce anegamiento de áreas en las cuales hubo aplicación previa de plaguicidas [Bidleman, 1999]. La volatilización desde las aguas superficiales es uno de los mecanismos más importantes de disipación de los plaguicidas con menor solubilidad en agua, como fenitrothión y deltametrina [Maguire, 1991].
Todas estas variables fueron excluidas del análisis observable en el Documento 2 pese a su importancia, sobre todo en ambientes sometidos a temperaturas elevadas [ver FOCUS, 2008].
Los plaguicidas volatilizados tienen capacidades de traslado mucho mayores que las simples gotas.    
5) No se analizó la dispersión post aplicación de partículas del suelo contaminadas con plaguicidas.
El Documento 2 omite por completo el análisis de las partículas de suelo contaminadas con plaguicidas que puede transportar el viento (partículas, partículas finas, partículas ultrafinas).
Por efecto del viento estas partículas pueden desplazarse durante tiempos prolongados después de la aplicación de plaguicidas. Solo a modo de referencia, una partícula ultrafina puede contener 10.000 moléculas de sustancia problema. La dispersión de partículas de suelo contaminadas con plaguicidas nuevos y antiguos (ver abajo) no debió ser ignorada por los autores del Documento 2. Deberían haber consultado, por ejemplo, los trabajos de Beyer et al. [2000], Beyer & Matthies [2001] y FOCUS [2008].
Tal omisión es aún más grave cuando se considera que la dispersión de partículas de suelo contaminadas con plaguicidas es particularmente relevante al aplicarse herbicidas en pre y post emergencia en los primeros estadios de crecimiento del cultivo, cuando la cobertura del suelo es aún baja [Fritz, 1993]. Esto es particularmente aplicable al uso del Glifosato.
Cuanto más pequeñas son las partículas de suelo contaminadas con plaguicidas y mayor el viento, mayor la distancia a que se pueden trasladar. Estas partículas son independientes de los fenómenos de deriva, y siguen actuando con posterioridad a la pulverización.
Algunos productores e incluso profesionales suelen minimizar sin base técnica estos agentes y las rutas por las cuales se desplazan argumentando que la labranza cero “no rotura suelos”. Esto no es correcto. La práctica de labranza cero deja expuestas y sin protección amplias superficies de suelo, que contiene partículas de distinto tamaño fácilmente transportables por el viento. Los períodos de sequía aumentan el peso de este mecanismo de generación y transporte de plaguicidas “fuera” de las áreas pulverizadas. En la provincia de Córdoba se han registrado masivas tormentas de polvo generadas en campos de cultivo que llevan las partículas contaminadas a decenas e incluso centenares de kilómetros de las fuentes. En Córdoba la tormenta de polvo del 29 de octubre de 2010 provocó accidentes que costaron la vida de 9 personas. La ocurrida el domingo 7 de noviembre, por su parte, provocó un aumento en las consultas por casos de alergia, particularmente en la ciudad de Río Cuarto [FUNAM, 2010].
El transporte de plaguicidas por suelo puede analizarse en los trabajos “The Role of Dissolved Organic Matter in Pesticide Transport through Soil” publicado por Leter et al. [2000] e “Interaction of Organic Pesticides with Particulate Matter in Aquatic and Soil Systems” publicado por Weber [1972].
Existe además una abundante bibliografía sobre medición de plaguicidas en partículas de suelo contaminadas con plaguicidas. Cito a modo de ejemplo el trabajo de Whiteaker & Prather [2003]:
An aerosol time-of-flight mass spectrometer (ATOFMS) is used to analyze the size and composition of individual particles containing pesticides. Pesticide residues are found in the atmosphere as a result of spray drift, volatilization, and suspension of coated soils. The ability of the ATOFMS to identify the presence of these contaminants on individual particles is assessed for particles created from pure solutions of several commonly used pesticides, as well as pesticides mixed with an organic matrix, and coated on soils. The common names of the pesticides studied are 2,4-D, atrazine, chlorpyrifos, malathion, permethrin, and propoxur. Analysis of the mass spectra produced by single- and two-step laser desorption/ionization of pesticide-containing particles allows for identification of peaks that can be used for detection of pesticide residues in the ambient aerosol. The identified marker peaks are used to approximate detection limits for the pesticides applied to soils, which are on the order of a fraction of a monolayer for individual particles. Results suggest that this technique may be useful for studying the real-time partitioning and distribution of pesticides in the atmosphere immediately following application in agricultural regions” [Whiteaker & Prather, 2003].
Otra variable ni siquiera abordada en el Documento 2 es la dispersión de plaguicidas desde rutas que reciben la pulverización aérea y terrestre. Recordemos que en varias provincia de Argentina continúa la inaceptable práctica de cultivar en banquinas (un espacio público). Las partículas de suelo contaminadas con plaguicidas pueden ser transportadas por los vehículos incluso a distancias que superan los 1.000 metros, ello en función de los vientos y la velocidad de los vehículos [Larney et al.,1999].
Las partículas contaminadas con plaguicidas, sobre todo las más pequeñas, pueden llegar al sistema respiratorio de personas expuestas (Ruta 1) pero también pueden generar depósitos secundarios en suelo de viviendas y escuelas (donde juegan los niños) (Ruta 2), en sedimentos de tanques de agua domiciliarios mal cerrados y depósitos externos (Ruta 3) y en masas de agua. Recordemos que internacionalmente se asume que los niños, en su interacción con el ambiente, consumen una media diaria de 200 miligramos de suelo.
El glifosato se adsorbe fácilmente en arcillas y materiales orgánicos del suelo y estas partículas pueden ser transportadas por el viento y llegar a los pulmones de las personas y contaminar el agua y el suelo [ver Montenegro, 2010; Loewy et al., 2003].
En estudios que realizamos en barrio Ituzaingó de la ciudad de Córdoba encontramos por ejemplo bajas dosis de plaguicidas orgánicos persistentes en tanques de agua:

Contenido de plaguicidas en tanques
domiciliarios de agua.
Barrio Ituzaingó Anexo, Córdoba.

Lugar
Endosulfán
μg/g sedimento
Heptacloro
μg/g sedimento
Van der Walls Caso 1
9,3 x 10-4
1,1 x 10-3
Van der Walls Caso 2
7,1 x 10-4
Van der Walls Caso 3
1,9 x 10-3
2,3 x 10-3
Van der Walls Caso 4
1,8 x 10-3
Av Vucetich Caso    1
1,7 x 10-3

Fuente: Montenegro (2010) en base a datos del CEPROCOR (2003), Informes n° 78, 79, 80, 81 y 82. Muestras recibidas el 26 de noviembre de 2002.
Además de los plaguicidas también hallamos residuos de metales (cromo y plomo) y metaloide (arsénico), los tres de origen natural. Resumiendo, en los sedimentos de los 5 tanques domiciliarios de agua muestreados se hallaron los siguientes cócteles de contaminantes:
Tanque 1: contenía arsénico (44 μg/g), cromo (25 μg/g), plomo (57 μg/g), endosulfán (9,3 x 10-4 μg/g) y heptacloro (1,1 x 10-3 μg/g). Esto es, 5 contaminantes distintos.
Tanque 2: contenía arsénico (55 μg/g), cromo (24 ug/g), plomo (28 μg/g) y endosulfán (7,1 x 10-4 μg/g). Esto es, 4 contaminantes distintos.
Tanque 3: Contenía arsénico (17 μg/g), plomo (19 μg/g) y endosulfán (1,7 x 10-3 μg/g). Esto es, 3 contaminantes distintos.
Tanque 4: contenía arsénico (44 μg/g), cromo (27 μg/g), plomo (29 μg/g) y endosulfán (1,8 x 10-3 μg/g). Esto es, 4 contaminantes distintos.
Tanque 5: arsénico (37 μg/g), cromo (25 μg/g), plomo (74 μg/g), endosulfán (1,9 x
10-3 μg/g) y heptacloro (2,3 x 10-3 μg/g). Esto es, 5 contaminantes distintos [Montenegro, 2010].
La totalidad de los residuos de plaguicidas llegaron a los tanques por vía aérea (partículas, deriva) pues los estudios realizados sobre el agua provista a las viviendas la excluyó como fuente [Montenegro, 2004a; 2004b].
6) Solo se tomó en cuenta la Dosis Letal 50 (DL50) cuando también deben ser consideradas las bajas dosis y sus efectos. Tampoco se analizó la elevada morbi-mortalidad que registran áreas expuestas a la pulverización con plaguicidas.
El Documento 2 omite toda referencia a los efectos de bajas dosis, ampliamente comprobados en la literatura científica, y solo se refiere a la DL50. Cabe señalar que la categorización más utilizada en nuestra legislación se basa precisamente en DL50, un hecho particularmente grave en un país donde –por otra parte- la ausencia de controles, la dispersión normativa y la falta de responsabilidad expone >7 millones de personas [Libres del Sur, 2010] a bajas dosis de plaguicidas por todas las vías (excepto alimentos).
Ante esta omisión grave las propuestas  de modificación del Decreto Reglamentario 499/1991 de la ley de Agroquímicos 10.699 de la provincia de Buenos Aires implican mayores riesgos sobre las personas expuestas, otros organismos vivos y el ambiente. Las bajas dosis de numerosos plaguicidas afectan el sistema endocrino, el sistema inmune, el sistema reproductivo y otros sistemas orgánicos, y se asocian a cáncer y malformaciones [ver Lerda & Masiero, 1990; Lerda & Rizzi, 1991; Tirado, 2001; Tamburlini, von Ehrenstein & Bertollini, 2002; Schreinemachers, 2003;  Marc, Moulner-Loriollon & Belle, 2004; Richard et al., 2005; Infante-Rivard & Weichenthal, 2007; Bassil et al., 2007; Dallegrave et al., 2007; Sanborn et al., 2007; Benachour & Seralini, 2009; Winchester et al., 2009).
En el caso particular del glifosato, un herbicida utilizado ampliamente en los cultivos transgénicos –particularmente en cultivos de soja RR, Roundup Resistant– se han demostrado efectos negativos a dosis muy bajas. Incluyen alteraciones en la reproducción celular, el desarrollo embrional (teratogénesis), efectos reproductivos adversos y otras consecuencias negativas (ver Marc et al., 2002; Marc, Moulner-Lorillon & Belle, 2004; Richard et al., 2005; Mañas Torres & González Cid, 2006; Dallegrave et al., 2007; Benachour et al., 2007; Benachour & Seralini, 2009; Mañas et al., 2009b, 2009c).
Paganelli et al. (2010) indican que una de las contribuciones relevantes al conocimiento de los efectos del glifosato fueron hechas “por el equipo de [G.E.] Séralini. Ellos mostraron que los GBHs [herbicidas a base de glifosato] actúan como disruptores endócrinos en cultivos de células placentarias JEG3, dismuyendo los niveles de mRNA de la enzima CYP19 (un componente esencial del citocromo p450 aromatasa) e inhibiendo su actividad (…) [Richard et al., 2005].Adicionalmente tanto el glifosato como el herbicida comercial afectan las células embriónicas y placentarias, produciendo daño en las mitocondrias, necrosis y muerte celular programada por la activación de caspasas 3/7 en cultivos de células dentro de las 24 horas, [y a] dosis muy por debajo de las usadas en agricultura. Otros efectos observados incluyen citotoxicidad y genotoxicidad, disrupción endocrina de los receptores de andrógenos y estrógenos y daño del ADN en líneas celulares [Benachour & Séralini, 2009; Gasnier et al., 2009]”.
Los cultivos industrializados usan grandes cantidades de plaguicidas y conforman por lo tanto una mega fuente de dispersión química. Dado que en Argentina y otros países se privilegia el enfoque de la Dosis Letal 50 (DL50), se omite la consideración de las bajas dosis y los distintos valores de presencia admitidos están referidos a sustancias aisladas (no mezclas ni compuestos), existe una amplia gama de efectos reales sobre la salud y el ambiente para los cuales no hay registro (ni mayor preocupación pública y privada). Se estima que en el año 2009 se dispersaron al ambiente 292 millones de litros de plaguicidas [Libres del Sur, 2010; Ehrenstein & Montenegro, 2011]. Como lo indica Carrasco [2008] este modelo de producción es un experimento abierto.

En Argentina la superficie dedicada a cultivos (cadenas alimentarias cortas) es de unas 31.000.000 de hectáreas. De ese total 21.294.000 de hectáreas corresponden a cultivos transgénicos ubicados en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Santiago del Estero, San Luis, Chaco, Salta, la Pampa y Corrientes [Libres del Sur, 2010; Argenbio, 2010]. De ese total –a su vez- 18.182.000 hectáreas corresponden a soja (2010).
Para el año 2010 estas eran las superficies cultivadas por cada especie transgénica: soja TH, 18.182.000 hectáreas; maíz BT, 1.408.000 hectáreas; maíz Bt x TH, 992.000 hectáreas; algodón Bt x T, 367.000 hectáreas; maíz TH, 256.000 hectáreasalgodón TH, 47.000 hectáreas y algodón Bt, 42.300 hectáreas (ArgenBio, 2011).
Si se tiene en cuenta la superficie total de cultivos industriales, transgénicos y no transgénicos, varios millones de personas están expuestas a la contaminación por plaguicidas en zonas rurales, pequeños pueblos y barrios periurbanos de grandes ciudades.
Recalquemos que en el proyecto de modificación del Decreto Reglamentario 499/1991 se permite la aplicación de plaguicidas clase III y IV hasta las inmediaciones de las viviendas –el glifosato es considerado actualmente por el SENASA clase IV- lo cual es un despropósito. Esto implica que en la provincia de Buenos Aires las personas que vivan junto a campos cultivados recibirán dosis que la buena ciencia demostró como nocivas para la salud.
La popularidad adquirida por el glifosato no debe restarle “presencia de riesgo” a otros plaguicidas que también se utilizan en grandes cantidades, y el peso dominante de los cultivos de soja TH tampoco debe hacernos olvidar los graves efectos provocados por los plaguicidas usados en cultivos de papa, maíz Bt, maíz TH, maíz Bt x TH, maíz no transgénico, algodón Bt, algodón TH, algodón Bt x RH, algodón no transgénico, tabaco, té, arroz, caña de azúcar e incluso en las forestaciones industriales de Pinus spp. y Eucalyptus spp.
Cinco de las principales razones institucionales que han facilitado estos experimentos sanitarios sin consentimiento son: a) El modelo de explotación agrícola que privilegia los beneficios económicos de particulares y corporaciones por encima de la protección de la salud y el ambiente; b) La no consideración deliberada de literatura científica que demuestra los efectos negativos de bajas dosis de plaguicidas y sus derivados (cócteles); c) La inexistencia de estudios epidemiológicos sistemáticos en todo el país (particularmente estudios de caso-control); d) La escasez de estudios sistemáticos sobre contenido de plaguicidas en muestras biológicas, y e) La inexistencia de programas sistemáticos para el monitoreo ambiental de plaguicidas.
En Argentina ya se han realizado diversos estudios epidemiológicos sobre población general y trabajadores rurales que alertan sobre la magnitud del problema; existen asimismo trabajos que sugieren una asociación entre el aumento en la morbi-mortalidad y el creciente uso de plaguicidas [ver Lerda & Masiero, 1990; Lerda & Rizzi, 1991; Trombotto, 2002; Simoniello, Scagnetti & Kleinsorge, 2007; Simoniello et al., 2008; Trombotto, 2009; Simoniello et al., 2010; Mañas et al., 2009a].
Uno de los primeros estudios de epidemiología popular de Argentina que involucró pulverización de plaguicidas y otras fuentes de riesgo fue el realizado por las Madres de barrio Ituzaingó Anexo, inmediatamente complementado por un estudio ambiental exhaustivo cuyos protocolos e interpretación estuvieron a cargo de FUNAM y la Cátedra de Biología Evolutiva Humana [Montenegro, 2004a; 2004b].
Los estudios epidemiológicos en distintos lugares de Argentina se multiplicaron gradualmente después de la tarea pionera iniciada –entre otros investigadores- por Horacio Lucero, Jefe del Laboratorio de Biología Molecular del Instituto de Medicina Regional de la UNNE; Hugo Gómez Demaio, Jefe del Servicio de Pediatría del Hospital de Posadas en Misiones y Rodolfo Páramo, médico pediatra y neonatólogo del Hospital de Malabrigo en la provincia de Santa Fe.

El equipo de trabajo de Delia Aiassa, de la Universidad Nacional de Río Cuarto, en Córdoba, encontró por ejemplo una mayor frecuencia de aberraciones cromosómicas en los trabajadores rurales en comparación con el grupo de referencia. La cantidad de aberraciones cromosómicas (AC) y el porcentaje de células aberrantes, gaps incluidos, fue de 2,58±1,83 en el grupo de referencia y de 7,71±3,45 y 7,50±3,70 en el grupo de expuestos (p<0,05) [Mañas et al., 2009a).
En el Servicio de Neonatología del Hospital J.C. Perrando de Resistencia (Chaco) la incidencia de malformados por 10.000 nacidos vivos creció significativamente en los últimos años: 19,1 por 10.000 en 1997; 28,1 por 10.000 en 2001 y 85,3 por 10.000 en 2008. Este  aumento ha coincidido en esa provincia con el incremento en la superficie sembrada con soja RR [ver Ávila Vázquez & Nota, 2010].
María Carmen Seveso, Jefa de Terapia Intensiva del Hospital 4 de Junio de Presidencia Roque Saénz Peña en Chaco registró un elevado número de casos de pacientes con insuficiencia, renal, malformaciones congénitas en hijos de madres jóvenes, cáncer, malformaciones, dificultades reproductivas y problemas respiratorios agudos en varios pueblos de la provincia, entre ellos Napenay, Gancedo, Santa Silvina, Tres Isletas, Colonia Elisa y Avia Terai [ver Asociación Biológica del Comahue & otros, 2010]. En estos pueblos se registra un uso intenso de plaguicidas.
Ana Lía Otaño, Delegada del Ministerio de Salud de la Nación en Chaco, presentó recientemente en el Primer Encuentro de Médicos de Pueblos Fumigados –realizado en Córdoba los días 27 y 28 de agosto de 2010- la incidencia de cáncer infantil (casos de la provincia del Chaco + 25% de registros procedentes de otras provincias). Este valor pasó del 10,5 por 100.000 en 1985 a 15,7 por 100.000 en 2007.
El indispensable cruce entre estudios de morbi-mortalidad, estudios citológicos y cromosómicos, investigación cuali-cuantitativa de plaguicidas en muestras biológicas y la evaluación correlativa de plaguicidas en ambientes permitirá consolidar nuevas líneas de trabajo [ver Von Ehrenstein & Montenegro, 2011].
En Argentina la ausencia de estudios epidemiológicos sistemáticos y de estudios de monitoreo ambiental de plaguicidas y sus derivados han actuado como aliados de la descontrolada expansión de los cultivos transgénicos y el creciente uso de plaguicidas.
7) No se analizó la existencia previa de plaguicidas en los campos pulverizados.
El Documento 2 omite toda referencia a la existencia previa en el suelo y sus partículas de fondos de contaminación por plaguicidas antiguos (en su mayor parte organoclorados) y por plaguicidas recientes (por ejemplo endosulfán y sus derivados). Cada vez que se aplican plaguicidas en un área blanco se “suman” los restos de los plaguicidas residuales de aplicaciones anteriores (incluso muy antiguas) con los plaguicidas pulverizados en la actualidad.
Este mismo fenómeno de acumulación se registra en todos los medios ubicados fuera de esas áreas blanco, que también son afectados por la pulverización.
Semejante omisión es particularmente grave e irresponsable, pues asume –sin base técnica alguna y sin monitoreos previos- que el ambiente a pulverizar está a un nivel de contaminación igual a cero o cercano a cero. Actualmente todos los suelos tienen contaminación residual, incluso de plaguicidas hoy prohibidos que se han mantenido allí dada su alta persistencia (COPs).
Para la aplicación de plaguicidas es usual que se ignore la contaminación previa del suelo, que en la mayoría de los casos lleva años de recibir pulverizaciones.
Como se indicó antes, la aplicación parte del criterio erróneo de que no existe fondo de contaminación. La totalidad de las normas dedicadas a regular plaguicidas ignora este aspecto, por lo cual no se requiere análisis previo del contenido de plaguicidas en suelo.
Numerosos trabajos realizados en nuestro país han demostrado la existencia de fondos de residuos de plaguicidas. Miglioranza et al. [2003] hallaron residuos de  DDT y metabolitos > hexaclorociclohexano (HCH) > heptacloro > clordano en suelos del sudeste de la provincia de Buenos Aires. El valor máximo de Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs en español; OCPs en inglés) fue 656,1 ng/g de materia seca en suelo superficial, y en un campo donde no se había registrado la aplicación de COPs.
La presencia de plaguicidas en suelo también fue detectada durante el estudio que realizamos en barrio Ituzaingó Anexo de la ciudad de Córdoba (en cultivo periurbano y en patios de viviendas). Siguiendo los protocolos de requerimientos de análisis y tomas de muestra que elaboraron FUNAM y los vecinos del barrio, la Unidad CEPROCOR de la Agencia Córdoba Ciencia identificó la presencia de numerosos plaguicidas, a saber:
Muestra M1 (horizonte Ap, 0-10 cm de profundidad, campo de soja frente a calle Nóbel). Se halló: malathión, clorpirifós, Alfa endosulfán, Cis clordano e isómeros del DDT.
Muestra M2 (subsuperficial, 40-50 cm de profundidad, campo de soja frente a calle Broglie). Se halló: malathión, clorpirifós, Alfa endosulfán, Beta endosulfán.
Muestra M3 (horizonte Ap, 0-10 cm de profundidad, campo de soja frente a calle Fulton). Se halló: Alfa Endosulfán e isómeros del DDT.
Muestra M4 (subsuperficial, 40-50 cm de profundidad, campo de soja frente a pasaje Starck). Se halló: HCB (hexaclorobenceno) e isómeros del DDT.
Muestra M5 (horizonte Ap, 0-10 cm de profundidad, en el espacio verde de una vivienda, entre pasaje Starck y calle van der Waals). Se halló: Beta endosulfán (1 x
10-3 μg/g de suelo) e isómeros del DDT (1,5 x 10-2 μg/g de suelo).
Muestra M6 (horizonte Ap, 0-10 cm de profundidad, vivienda en calle Van der Waals). Se halló: endosulfán (3 x 10-3 μg/g de suelo), isómeros del DDT (4 x 10-3 μg/g de suelo); heptacloro (3 x 10-3 μg/g de suelo).
Muestra M7 (horizonte Ap, 0-10 cm de profundidad, vivienda en calle Max Planck). Se halló: Endosulfán (1 x 10-2 μg/g de suelo).
Muestra M8 (horizonte Ap, 0-10 cm de profundidad, bajo un transformador, entre calles Fulton y Van der Waals. Se halló: isómeros del DDT (8 x 10-3 μg/g suelo).
Para realizar los análisis el CEPROCOR utilizó la metodología indicada por la AOAC OfficialMethods of Analysis de 1996, Capítulo 10, p. 7. Se empleó cromatografía de gases, equipo Perkin Elmer con detector de captura electrónica y equipo Shimadzu GC14B con detector fotométrico de llama con filtro para fósforo, y columnas SPB-608 y SPB-1701 [CEPROCOR, 2003].
En este caso el campo sometido a pulverizaciones para soja RR tenía:
a) Residuos de plaguicidas actualmente prohibidos y que se utilizaron en el pasado (como DDT, clordano, heptacloro y HCB).
b) Restos de plaguicidas autorizados (como malathión, clorpirifós y endosulfán).
c) Una fuerte contaminación natural del suelo con arsénico (hasta 50 μg/g de suelo a 50-10 cm de profundidad, campo colindante a barrio Ituzaingó Anexo), y con cromo (hasta 13 μg/g de suelo a 10 cm de profundidad, campo colindante a barrio Ituzaingó Anexo) [Montenegro, 2010; CEPROCOR, 2003; FUNAM, 2003].
En consecuencia, cualquier plaguicida utilizado en estos ambientes previamente contaminados suma su aporte a los residuos preexistentes (plaguicidas + otros contaminantes). Esto no es abordado en el Documento 2, ni suele ser tema de análisis entre los profesionales actuantes y los productores. Se genera por lo tanto un cóctel de contaminantes para el cual son inefectivos los estándares permitidos para cada contaminante.
En el caso particular de barrio Ituzaingó Anexo, el barrio se asentó sobre antiguos campos de cultivo, un fenómeno común a la mayor parte de los barrios periurbanos de grandes ciudades en Argentina. Las familias han estado recibiendo por lo tanto:
a) La carga compleja de contaminantes antrópicos y naturales procedentes de los cultivos (que generalmente transporta el viento).
b) La carga compleja contenida en los suelos expuestos de sus hogares (retiros, patios internos), que resumen la historia química anterior a la radicación de las viviendas, y posiblemente la deposición reciente de partículas contaminadas y plaguicidas procedentes del área cultivada (muestras de suelo M5 a M8).
c) La carga compleja de los cócteles contenidos en el agua y los sedimentos de los tanques domiciliarios, muchos de los cuales estaban abiertos y sin tapa (ver abajo, Tanques 1 a 5). Cuando el contenido de agua disminuía, y desde la cañería superior se activaba el llenado (usualmente de noche), esta caída de líquido debía generar turbulencias en el fondo cenagoso, y la posterior salida, por el caño inferior del tanque, de agua contaminada que llegaba hasta las canillas internas. El posterior hervido de agua, particularmente prolongado para la cocción de carnes, debió aumentar la eventual concentración de contaminantes no volátiles como el DDT y sus isómeros, o el arsénico. En el caso de los lactantes, la mezcla de esta agua hervida con leche en polvo para alimentarlos configuraba una variante adicional de riesgo [Montenegro, 2010].
La relación entre los campos cultivados y los tanques de agua domiciliarios queda confirmada por los niveles de contaminación que se hallaron en los sedimentos de los tanques de agua de barrio ituzaingó Anexo (ver arriba) [Montenegro, 2010].
8) No se consideraron los tiempos de persistencia real de los plaguicidas en suelo y otras superficies pulverizadas (caso glifosato por ejemplo y su derivado AMPA).
El Documento 2 no considera que glifosato, endosulfán y otros plaguicidas no se vuelven inofensivos cuando tocan el suelo ni se biodegradan en forma inmediata.
Numerosos estudios muestran la alta persistencia del glifosato activo: una vida media de hasta 141 días en suelos forestales de Estados Unidos, hasta 249 días en suelos agrícolas de Finlandia, hasta 360 días en suelos forestales de Canadá e incluso hasta 3 años en suelos forestales de Suecia. Un organismo dependiente de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos dedicado a analizar los Efectos Ecológicos de los plaguicidas considera que el glifosato es extremadamente persistente bajo condiciones usuales de aplicación. Los residuos de glifosato que van quedando en los cultivos se degradan cada vez con mayor lentitud [EPA, 1993; Müller et al., 1981; Roy et al., 1989; Torstensson, Lundgren & Stenström, 1989].
Desde la década de 1990 se sabe que en suelos agrícolas el AMPA, un derivado del glifosato, puede mantenerse activo hasta dos años y medio [EPA, 1993; Müller et al., 1981; Roy et al., 1989; Torstensson, Lundgren & Stenström, 1989].
Cuando esta información se cruza con otro factor no analizado en el Documento 2 (la dispersión de partículas de suelo contaminadas con plaguicidas), las omisiones del informe y de la propuesta normativa adquieren inusitada gravedad. Cuanto mayor sea la persistencia de los plaguicidas y sus derivados en suelo por ejemplo, mayor la probabilidad que las partículas de suelo contaminado sean llevadas por el viento.
9) No se consideraron los cambios químicos que sufren los plaguicidas dentro de los envases, durante las mezclas, durante la aplicación y al ser dispersados en el ambiente.
El Documento 2 no considera que los productos plaguicidas comercializados, que son en realidad cócteles químicos donde coexisten principio activo con agregados y residuos de fabricación, suelen sufrir cambios químicos durante su permanencia en los envases originales y que al realizarse mezclas y diluciones, al ser aplicados y al interactuar con distintas componentes del ambiente generan derivados y nuevas sustancias ocasionalmente más tóxicas que el principio activo original. En el caso del malathión, un organofosforado, genera el iso-malathión, unas 7 veces más tóxico [ver Montenegro, 2010].
El malaoxón es un metabolito producido por la oxidación del malathión en el organismo de mamíferos, insectos y plantas. También se genera por acción del Sol y acción bacteriana. El malaoxón es 40 veces más tóxico que el malathión puro  [Brodeur & Dubois, 1967; Aldridge et al., 1979; Brenner, 1992]. En ratas tanto el malathión como el malaoxón son más tóxicos en inmaduros que en adultos debido a la menor tasa de desactivación del insecticida en los hígados de los más jóvenes [Brodeur & DuBois, 1967].
El glifosato presente en suelo suele transformarse en otra sustancia, el AMPA (ácido amino metil fosfónico), mucho más tóxica y persistente que el propio glifosato [ver Mañas et al., 2009b] y del endosulfán deriva el sulfato de endosulfán [ver Montenegro, 2010].
10) No se consideró que actúan cócteles variables de plaguicidas y derivados de plaguicidas.
El Documento 2 no considera la noción de cócteles de contaminantes: a) El cóctel propio de cada plaguicida, que cambia con el tiempo y las condiciones por ejemplo de temperatura; b) El cóctel entre plaguicidas y coadyuvantes y otras sustancias de uso conjunto; c) El cóctel de distintos plaguicidas y su evolución química; d) El cóctel entre plaguicidas ya existentes y los aplicados en un campo, y e) El cóctel entre plaguicidas y otros contaminantes del ambiente: e.1)Energéticos (radiación ionizante, radiación no ionizante, calor, etc.), e.2) Materiales (entre ellos contaminación con metales pesados, tabaquismo, uso de medicamentos en las personas expuestas, etc.), y e.3) Biológicos (fragmentos de vegetales, microorganismos) [Montenegro, 2004a, 2004b, 2010].
11) No se consideró en ningún momento a las personas, ni la acumulación que tienen sus organismos de plaguicidas antiguos y recientes.
El Documento 2 no considera la importancia epidemiológica que reviste, en personas potencialmente expuestas, la acumulación previa, en sus organismos, de residuos de plaguicidas.
En análisis de sangre realizados a niños de barrio Ituzaingó Anexo se detectaron, por ejemplo, plaguicidas antiguos (ver arriba). Se hallaron los plaguicidas clorados Alfa HCH, Gamma HCH y heptacloro en 23 niños [FUNAM, 2006].
Alfa y Gamma HCH son dos de los ocho isómeros o variantes que tiene el HCH (hexaclorociclohexano). Era usual que el plaguicida, con un 10 a 15% de Gamma HCH, también contuviera Alfa HCH, Beta HCH, Delta HCH y Epsilon HCH. Todos ellos son compuestos extremadamente persistentes. Para la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, IARC, todos los isómeros del HCH, incluidos los Alfa y Gamma HCH encontrado en los niños, son posibles cancerígenos para humanos y para EPA, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos “el Alfa HCH es un probable cancerígeno humano” [ver Montenegro, 2010].
De acuerdo a la ficha técnica elaborada por la ATSDR (Agencia para el Registro de Sustancias Tóxicas y Enfermedades de Estados Unidos) “la exposición oral crónica de animales de laboratorio al Alfa HCH, Beta HCH y Gamma HCH produce cáncer de hígado“. El Alfa HCH “afecta hígado y riñón, y es un disruptor endocrino“, esto es, altera el sistema hormonal de las personas [ver Montenegro, 2010].
Cuando un embrión, un feto, un bebé, un niño, un adolescente o una persona adulta tiene residuos de varios plaguicidas que tienen en común afectar negativamente el sistema endocrino, sus efectos se suman aunque las concentraciones de cada plaguicida considerado individualmente sean bajas.
La presencia de residuos de plaguicidas prohibidos no significa que se estén utilizando en la actualidad. Sucede que estos COPs se mantienen mucho tiempo sin cambios químicos y por lo tanto siguen circulando (“plaguicidas antiguos”).
Esta acumulación deriva del ingreso de plaguicidas por todas las vías conocidas: en etapa intrauterina por vía transplacentaria (embrión, feto); en etapa de lactancia por leche materna (cuyo alto contenido lipídico favorece la transferencia de compuestos organoclorados), y en etapas de vida humana libre, de bebé a adulto, por vías dérmica, inhalación e ingesta. En estos últimos casos los agentes proceden de fuentes primarias (por ejemplo deriva), fuentes secundarias (por ejemplo partículas de suelo contaminadas por plaguicidas) y terciarias (depósitos de plaguicidas en sedimentos de tanques domésticos).
Los alimentos son una fuente importante de ingreso. En un estudio realizado por toxicólogos de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires del que participó E. D. Villaamil Lepori se encontró, tras analizar 50 muestras de leche maternizada y 51 muestras de yogures y postres disponibles en el mercado, que el 90% contenía algún plaguicida.
Los residuos de plaguicidas detectados con mayor frecuencia eran el heptacloro y su metabolito, el epóxido de heptacloro (presentes en el 57,4% de las muestras); HCH [hexaclorociclohexano] (53,3% de las muestras); DDT total, aldrin y dieldrin (31,7% de las muestras); clordano (28,7% de las muestras); endrin (18,8% de las muestras), y endosulfán y HCB [hexaclorociclobenceno] (9,9% de las muestras) [Villaamil Lépori, 2006; Dellamea, 2006].
Dado que los lactantes y niños consumen más calorías por unidad de peso corporal que los adultos, y que consumen una variedad más restringida de alimentos, cuando estos últimos están contaminados los riesgos para su salud son mayores. De hecho para los lactantes la única fuente de nutrientes es la leche materna o las fórmulas infantiles elaboradas sobre la base de leche vacuna. Para los niños de 6 meses en adelante, que comienzan a consumir dietas mixtas, la leche y otros productos lácteos, como yogures y “postrecitos”, siguen siendo componentes mayoritarios de la dieta. Es importante recordar que la leche materna y de vaca son dos vías privilegiadas para la transferencia de plaguicidas organoclorados [Dellamea, 2006]. Según Villaamil Lépori “los bebés y niños están expuestos 10 veces más que los adultos a los efectos de estos residuos tóxicos” [Villaamil Lépori, 2006].
La presencia de Endosulfán en el 9,9% de las muestras demuestra que este plaguicida de alto impacto sanitario no se degrada tan fácilmente como lo postulan sus fabricantes y usuarios. Otro hecho grave es que los niños que consumen las leches maternizadas y yogures analizados por la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires reciben en realidad un cóctel de residuos de plaguicidas, y que la mayoría de esos residuos son activos disruptores endocrinos. Alto consumo de productos y por lo tanto de residuos con un efecto negativo común (disrupción endocrina) son por lo tanto amenazas reales e indebidamente evaluada sobre la salud de los bebés y de los niños [Montenegro, 2010].
12. Las franjas previstas para protección de ambientes acuáticos y pozos de agua son inconsistentes.
Las franjas en que se excluye la pulverización de agroquímicos, de 25 metros para pulverización terrestre y de 100 metros para pulverizaciones aéreas en “cursos y cuerpos de agua” (…) “a cada lado o alrededor de las márgenes” carecen de sustento técnico por varios motivos.
En primer lugar, porque ignora que los llamados “cursos y cuerpos de agua” [superficiales] son ecosistemas lóticos o leníticos, no solamente masas de agua, y que como tales comprenden las costas sólidas además de las matrices de agua (y sus fondos), y sus ecotonos (o zonas de borde), cada uno de ellos –matriz líquida, matriz sólida, ecotonos- con sus respectivas biodiversidades [Montenegro, 1999]. Está claro que para los autores del proyecto el “límite” de estos ambientes es el agua, lo que es técnicamente incorrecto.
En segundo lugar porque esos ecosistemas se verían afectados no solamente por fenómenos de deriva (prácticamente incontrolables a distancias cortas) sino también por la contaminación resultante de partículas cargadas con plaguicidas y sus derivados y los residuos de la volatilización (ver arriba). Recalcamos que por tratarse de ecosistemas complejos, interfase agua-suelo, no se limitan a los “cursos y cuerpos de agua“.
En tercer lugar porque las componentes bióticas y abióticas de estos ecosistemas tienen su fondo acumulado de plaguicidas que los Documentos 1, 2 y 3 ni siquiera consideran. Tanto la biota como los sedimentos de los ecosistemas acuáticos tienen usualmente acumulación de plaguicidas persistentes, antiguos y actuales [ver Rodríguez et al., 2003; Carriquiribordi et al., 2003; Jofré et al., 2003; Odum, 1972; Turk et al., 1976].
En cuarto lugar porque muchos de los plaguicidas utilizados actualmente son tóxicos para los organismos acuáticos (es el caso de glifosato y endosulfán y sus derivados por ejemplo) y porque la pulverización actúa sobre ambientes (agua, sedimentos, costas) y organismos (ver arriba) que ya tienen acumulaciones previas de residuos de plaguicidas. Estas últimas acumulaciones pueden resultar de procesos físico-químicos y de acumulación biológica registradas en cadenas alimentarias locales. Los efectos son particularmente graves en ecosistemas con módulos hídricos (“Q”) pequeños [ver Odum, 1972; Montenegro, 1999; Sobrero, Rimoldi & Ronco, 2003].
Por estos mismos motivos carece de fundamento técnico la franja en que se excluye la pulverización aérea de agroquímicos a 50 metros “a cada lado de las márgenes de los Cursos, Cuerpos de agua y perforaciones individuales, sea de consumo humano o bebida de animales“.
En cuanto a las franjas en que se excluye la pulverización de agroquímicos, de 30 a 60 metros para “perforaciones individuales, sea de consumo humano o bebida de animales” (pulverización terrestre); de 50 metros “(…) de las perforaciones individuales, sea de consumo humano o bebida de animales” (pulverización aérea) y de 100 metros “del límite del lote de los Campos de Bombeo” (pulverización aérea) también carecen de basamento técnico. Desde los puntos y áreas de impacto marginal operan numerosas rutas subsuperficiales y profundas que pueden contaminar los acuíferos.
Exigir conocimientos para cada caso de aplicación de “nivel freático, propiedades edáficas” para “proteger el recurso Hídrico superficial y subterráneo” (la noción de ecosistema no existe para los autores de esta modificación) es un acto declamativo.
La única vía posible de protección –aún así relativa y poco precisa- es la definición de zonas de no aplicación de plaguicidas notablemente más anchas para pulverización terrestre (1.000 o más metros) y aérea (3.000 o más metros).
C. CONCLUSIONES.
1) Las omisiones detectadas en los documentos y propuestas para modificar el decreto reglamentario 499/1991 invalidan técnicamente esas propuestas. Su aprobación colocaría en una difícil situación sanitaria y ambiental a las comunidades expuestas (subvaloradas en los tresDocumentos, 1, 2 y 3) y expone al Gobernador, otros funcionarios de la provincia y particulares a futuras acciones judiciales.
2) El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires debe crear formalmente un nuevo Grupo de Trabajo. Dicho Grupo podría incluir a todas las profesiones pertinentes y a un espectro equilibrado de actores sociales (no solamente sectores de interés) y ser provisto de una mecánica de funcionamiento similar a las técnicas de consulta empleadas por la EPA en Estados Unidos. Esto es, habilitar -además del Grupo de Trabajo- una instancia de participación vía página Web, ello durante un tiempo razonable, para que especialistas y ciudadanos de Argentina y otros países puedan realizar sus aportes. Dichos insumos serían de gran valor para el nuevo Grupo de Trabajo.
3) Desde nuestra Cátedra y FUNAM sostenemos, basados en buena ciencia e información disponible:
a) Que los modelos de producción tienen que ser cambiados hacia modelos de mayor sustentabilidad; b) Que debe existir un balance de superficie entre ambientes naturales [P/R ≈1] y ambientes de producción [P/R>1]; c) Que cese la destrucción de ambientes nativos por desmonte y quema; d) Que se prohíba la aplicación terrestre de plaguicidas, cualquiera sea el tipo de principio activo y sustancia, a menos de 1.000-3.000 metros de distancia de lugares poblados, áreas naturales protegidas, ecosistemas acuáticos e infraestructura crítica (por ejemplo escuelas); e) Que la pulverización aérea solo se permita, respecto de los lugares anteriores, a distancias de >3.000 metros; f) Que se reemplacen los actuales mecanismos de análisis y autorización de plaguicidas que administra el SENASA, se habilite un procedimiento abierto y participativo –siguiendo el modelo de la EPA de Estados Unidos u otros organismos- y se proceda a la revisión periódica y abierta de productos autorizados [recategorización, reconsideración], erradicando así los actuales procedimientos, estancos y solo favorables a las corporaciones y g) Que se cambien los mecanismos de análisis y autorización de organismos genéticamente modificados administrados actualmente por la CONABIA y la Secretaría de Agricultura de la Nación, se habilite un procedimiento abierto y participativo de evaluación, y quede establecida la revisión periódica y pública de los OGMs ya aprobados.
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Fuente: http://www.funam.org.ar/inconsistenciasplaguicidas.htm. © R.A. Montenegro